“Nadie ignora que ahora, ya superadas las décadas perdidas por las guerras intestinas, Centroamérica es la región más invisible de este lado del mundo. Prácticamente en todos los aspectos”, asevera el escritor guatemalteco-nicaragüense, Franz Galich. Cuesta entender cómo los países del istmo, hilvanados por un intenso bagaje cultural, navegue por el presente siglo como el patio trasero de sus vecinos desarrollados. Javier Payeras, escritor e intelectual guatemalteco, afirma que es difícil lograr convencer (y convencerse) de que Centroamérica es algo más que guerras, bananos y miseria, que también son países generadores de pensamiento, no meros estereotipos postaleros del trópico.
Haciendo un poco de memoria podemos decir que Centroamérica ha resonado de manera coyuntural en el panorama mundial contemporáneo. Primero, por las cruentas guerras civiles que experimentaron algunos de sus países en la década de 1980 pero que tuvieron un efecto devastador en toda la región. Segundo, por los impactos desmedidos de huracanes y tormentas tropicales de nombres sofisticados, de finales del siglo XX y principios del XXI. Tercero, por los efectos que la región está sufriendo al resquebrajarse la ya frágil institucionalidad de sus estados, tanto por la exclusión y la violencia estructurales como por la presencia del dinero negro del narcotráfico y la corrupción. Y cuarto, consecuencia de todo esto, por la indiferencia de sus gobiernos a las dinámicas actuales del fenómeno migratorio, ciegos frente a una crisis humanitaria ingente que está poco a poco agotando la vida de toda una generación de personas. Como afirma el antropólogo italiano afincado en Guatemala, Simone Dalmasso, “el relato de historias truncadas por la barbarie de la violencia es interminable; las personas migrantes ya no ven en los Estados Unidos la meta de su viaje: no les importaría quedarse en México, con tal de no sufrir las amenazas que los ahogaron en sus propias casas y lugares de trabajo”.
La transición a la democracia y las transformaciones del modelo económico que se esperaban de la región en las últimas décadas son hasta hoy un proceso inconcluso: el modelo de mercado, nuevas exportaciones y remesas, junto a la adopción de nuevas políticas públicas, no ha conseguido que asistamos al fortalecimiento de las instituciones públicas de los países del istmo. Y las actuales actitudes neofascistas del que fuese su aliado preferencial hasta hace poco, acentúa aún más ese sentimiento de invisibilidad de que los países del centro de América constituyen la periferia de la periferia, pues América Latina en su conjunto conforma la periferia, con matices, por supuesto; periferias respecto a los centros hegemónicos. Y, tal vez, lo más triste es que la actual visibilidad de alguno de los países del istmo se patentiza por sonreír abiertamente al accionar ultranacionalista del omnipresente socio del norte y por adoptar, y exportar, modelos penitenciarios que atentan sin ningún disimulo contra los más básicos principios de los derechos humanos.
La posición periférica de Centroamérica en el mapa cultural y literario global es una extensión de esa persistente invisibilidad centroamericana en el imaginario internacional. Su historia atravesada por conflictos, migraciones y desigualdades ha relegado sus voces a los márgenes del canon occidental, donde rara vez se reconoce la riqueza estética y simbólica de sus expresiones. Sin embargo, las nuevas narrativas contemporáneas del istmo están revirtiendo este silenciamiento al recuperar el folclor, la oralidad y las memorias comunitarias como fuentes de creación literaria. En ellas, el mito, la leyenda y la palabra popular se transforman en estrategias de resistencia y afirmación cultural, proponiendo una literatura que dialoga desde la periferia, pero con una potencia propia que redefine los centros de la imaginación latinoamericana.
A lo largo de su historia, abonada por esta intensa tradición oral, Centroamérica ha construido, deconstruido y mezclado los mitos y leyendas con su realidad histórica. Los cuentos y leyendas centroamericanas beben del imaginario creativo y vivencias populares y las nuevas generaciones de narradores y poetas del istmo abrazan, adoptan y reinterpretan ese legado del folclor narrativo popular, referidas a algún suceso maravilloso irreal, pero con huellas de realidad, donde se determinan temas de seres sobrenaturales o sobre los orígenes de hechos o lugares, los cuales se considera que realmente sucedieron y en los cuales se cree. Las nuevas narrativas contemporáneas desafían una realidad, la centroamericana, que se debate entre la crudeza de la vida cotidiana y la capacidad resiliente de sus pobladores para afrontar un perpetuo legado de la inequidad y exclusión social. Ante esta realidad del istmo que arrastra hemorragias emocionales y brechas sociales de su recién pasado, herido en la mayoría de los países por guerras civiles y dictaduras, los autores contemporáneos del istmo centroamericano continúan abordando desde lo mágico para describir espacios, conflictos y dinámicas, como parte de una tradición literaria que se renueva constantemente, siendo consciente del contexto sociocultural que los envuelve.
Y ejemplo de ello son los relatos de Pedro Romero Irula, un exponente de las nuevas generaciones de literatos de El Salvador y por extensión de las narrativas contemporáneas centroamericanas. Un escritor con el que nos sumergiremos en un mundo literario irreal e invisible y que paradójicamente contribuye a cerrar la brecha de la invisibilidad centroamericana alejando su literatura del borde exterior de la periferia literaria.
Hoy en Centroamérica entre líneas transitaremos por su obra La llegada del mundo invisible de Pedro Romero Irula.
Con La llegada del mundo invisible, Pedro Romero Irula pincela sus historias con trazos de inverosimilitud para dar color a la oscura realidad y a los escenarios en la que se deselvuelven sus personajes. Todos los relatos beben de la cultura popular salvadoreña, alguno de ellos de la rica tradición oral de este país y otros son una muy personal interpretación de fuentes de archivos históricos. Para la escritora salvadoreña, Jacinta Escudos, los relatos de Pedro Romero no sólo delinea la narrativa con la violencia urbana, sino que también “nos propone una realidad alterna, quizás tan o más oscura, asfixiante y atemorizante que la que creemos conocer y que los personajes de estos cuentos tienen la mala suerte de experimentar en carne propia”.
El escritor salvadoreño Carlos González Portillo afirma que los relatos de Pedro Romero Irula nos hablan de un mundo tan antiguo y a la vez tan actual como el día y la noche, el bien y el mal, lo bonito y lo feo; nos remiten a la realidad del mito que nos hace tan primitivos y tan sofisticados como los habitantes de las ficciones del Salvador profundo y del Salvador de antaño. Pedro desnuda ese mundo invisible ante nosotros a través de ficciones que en buena medida son las voces de narradores anónimos que habitan entre nosotros.
La llegada del mundo invisible reúne siete relatos en los que su autor recurre al horror, a lo increíble, a lo extraño, a lo inverosímil, para envolver la realidad, a veces violenta, a veces pausada, a veces urbana, a veces rural, pero, sobre todo, capturando la esencia del casi surrealismo trágico que caracteriza el diario vivir de los pobladores de cualquier comunidad de El Salvador.
Pájaro bofe es el relato que abre esta obra. La historia proviene de Sesori, un distrito del municipio de San Miguel en el oriente de El Salvador. El autor nos sumerge en un mundo habitado por personajes del Salvador profundo, en el que reina la locura, la violencia y cierta forma de bondad encarnada en una perrita guardiana. En palabras de Carlos González Portillo, un universo parecido al actual en tanto que castiga con brutalidad cualquier gesto de quien valientemente dispone de su vida para luchar contra el mal.
En Blackout presenta una extraña relación entre un ser terrorífico del submundo y un joven de 17 años. Este joven, atrapado en las alcantarillas de Mejicanos, un distrito municipal de la ciudad de San Salvador, es perseguido y asediado por una entidad que busca apropiarse de él. El escritor narra:
Con los ojos vidriosos sentí que una forma conocida subió hasta mí desde el fondo de la cloaca y me buscó los labios. Mi corazón estuvo a punto de rendirse cuando sentí que el encuentro en las alcantarillas se repetía. Nunca olvidaré el sabor de ese contacto, la fermentación precisa de las cosas que no conocen el sol.
El Rey Bolo es un relato en tono desenfadado, en el que un niño hace las veces de Virgilio, el guía infernal de Dante en su Divina comedia, y nos desciende al inframundo, en una metáfora de ese miedo o rechazo a la pobreza, tan presente en la mayoría de las ciudades centroamericanas. El autor nos ubica en el límite entre el hogar de este niño en la colonia Escalón, que representa a una colonia de clase media salvadoreña y una comunidad despojada. El niño con cierta precaución y animado por su sentido de aventura, se acerca al pozo donde ha caído su pelota y se encuentra con un borracho de la calle que busca el guaro de los guaros, una suerte de elixir alcohólico milagroso de alegre color dorado, muy sabroso, además, que vuelve invisible ante los ojos de sus enemigos a quien lo toma.
El cuarto relato, Los sonámbulos, es de tonos más siniestros, la estética de las escenas nos sumerge en un horror inminente. En este, las cosas empezaron a desparecer una mañana de la estación lluviosa. En la oscuridad, la forma de la casa parecía corromperse. Desaparecieron los focos por lo que es imposible moverse por la casa y los lentes de uno de los niños, surge la sospecha de la aparición de un sonámbulo en la casa y en el espejo del baño, la huella de unos labios carnosos.
En La casa de los Váselas, el autor plantea una delicada coexistencia en esta casa, en este jardín y en esta playa entre lo deplorable de los humanos, la inmensidad del horror cósmico y el horror corporal.
El autor narra:
A contraluz, la señora Váselas no tenía rasgos definidos. La carne de Rosa ardía y sudaba un aceite del mismo olor que el lodo del pozo. Sentía que una cólera inmensa se agitaba contra ella. El pasado empezaba a borrarse: ¿de dónde había venido antes de entrar en esa casa de terrores?
En Chalatenango, Pedro Romero Irula transforma la magia de la tradición oral en una increíble historia en la que cinco forasteros que, recorrían los asentamientos de la ribera del Sumpul, se vieron sorprendidos por unas intensas lluvias viéndose obligados a buscar algún refugio. En la búsqueda, se tuvieron que separar por la dificultad de encontrar un lugar que acogiera a los cinco. Uno de ellos encontró cobijo en casa de un viejo que en su juventud fue un mago, un defensor, un brujo.
El escenario en el que se desarrolla este relato es el río Sumpul, que sirve de límite geográfico entre Honduras y El Salvador, en Chalatenango. Aquí se produjo La masacre del Sumpul, uno de esos pasajes tristes de la historia de El Salvador que sucedió cuando iniciaba el conflicto armado en este país. El 13 de mayo de 1980, la Fuerza Armada de El Salvador y los paramilitares progubernamentales lanzaron una ofensiva para erradicar las actividades del grupo revolucionario Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Esta ofensiva causó el desplazamiento de un gran grupo de personas refugiadas, entre ellos muchas mujeres, ancianos y niños. Al día siguiente, los soldados salvadoreños les ordenaron que regresaran cruzando el río Sumpul. Al no cumplir estas órdenes, los soldados comenzaron a disparar por lo que los refugiados intentaron cruzar el río hacia Honduras, sin embargo, el ejército hondureño se lo impidió, posiblemente realizando disparos. La mayoría de las personas fallecieron a causa de las balas o ahogadas en el río.
Para cerrar La llegada del mundo invisible, el autor nos edifica La casa denegrida, en donde el salvajismo de la realidad se difumina entre los pliegues de horror fantástico. Esta historia es una personal interpretación de las fuentes de archivo que el historiador Carlos Gregorio López Bernal cita en un artículo sobre las milicias salvadoreñas del siglo XIX: el mulato y alcohólico Ciriaco Prieto que huye de los golpes de un comandante local al que todos temían en un pueblito salvadoreño del siglo XIX. Ese militar es el comandante Bustamante, un personaje que es el arquetipo de una constante en la historia salvadoreña: el autoritarismo que reencarna para dejar hilos viscosos de sangre por doquier en todo tiempo.
En palabras del poeta y editor salvadoreño, Carlos Clará, el mundo que el libro nos revela también es el nuestro: la miseria y su gloria, el abismo y la risa, El Salvador y sus sótanos. Los personajes sueñan lo que nosotros podemos soñar y temen lo que negamos temer. Estas historias, que poseen la belleza de un pájaro y la muerte, son el triunfo de un escritor que las ha trabajado con la paciencia de un orfebre y la tiranía de quien aspira a domar la palabra.
Carlos Clará también es el responsable de la diagramación de la obra y de la portada de la edición publicada por Índole Editores: cuatro pequeños pájaros inertes, en tonalidades que van desde el amarillo apagado al azul cobalto, pasando por el color borgoña achocolatado y un burdeos quemado, cada uno con una etiqueta anillada en una pata, sobre un fondo de color marfil. Una naturaleza muerta que nos recuerda la identificación forense de restos humanos invisibles, en espera de que alguien les devuelva sus nombres, destinados al olvido.
La literatura salvadoreña y por extensión la centroamericana, se está transformando gracias a autores que escriben desde la cotidianidad, los pasados fragmentados y una visión crítica del presente, poniendo nombre a aquello que muchos no se atreven a decir. Una generación de narradores y de poetas, que nacieron en una incipiente democracia habiendo dejado atrás los años oscuros de la guerras civiles y sociedades militarizadas, está dibujando un nuevo mapa literario, delineado por la memoria histórica, la violencia social y las identidades, la migración y la diversidad sexual. Pues pertenecer a una generación de escritores jóvenes no es sinónimo de
ausencia de conciencia, pertenencia o identidad; todo lo contrario. Para ellos, escribir no es solo una herramienta de expresión: es una manera de rehacer el país, reinventar la región, desde la palabra abonada por el legado de su historia. Y así lo afirma Pedro Romero Irula: “los cuentos son una forma de conservar la memoria cultural del país”.
Centroamérica, especialmente su literatura, tal vez es considerada invisible… periférica… por hallarse ubicada a los márgenes del canon occidental e incluso de los centros de pensamiento latinoamericanos hegemónicos como México, Argentina o Colombia, donde rara vez se reconoce la riqueza estética y simbólica de sus expresiones. Sin embargo, escribir desde los bordes de los mapas culturales establecidos, coloca a sus autores y obras en una posición de mirada distinta, permitiéndoles generar estéticas y producir nuevas sensibilidades.
Las nuevas generaciones de escritores y escritoras centroamericanos, libres de los pesados prejuicios que supuso décadas de una anquilosada intervención militar en la vida civil, dialogan con el pasado sin conformarse con él; escriben desde la urgencia, la ausencia, el asombro y la resistencia. En un país, El Salvador, y en una región, Centroamérica, con tantas cicatrices que aún supuran desigualdades e injusticias, su literatura es un acto de sanación colectiva. Tal y como hace Pedro Romero Irula y con el, la nueva generación de literatos y literatas que, con sus letras y voces, además de sanar esas heridas, dan forma y luz a la invisible para unos, presente para otros, Centroamérica.
Pedro Romero Irula escribió La llegada del mundo invisible y Índole editores la publicó en 2024.
Pedro Romero Irula nació en 1997. Es un escritor salvadoreño. En su adolescencia fue seleccionado para integrarse al proyecto “Jóvenes Talentos en Letras”. De su producción literaria mencionaremos la colección inédita de cuentos Lentas invasiones, La llegada del mundo invisible y el libro electrónico Dos Bolos. Junto con Luis Contreras, contribuyó como compilador de la publicación Lados B, una selección de cuentos escritos por un grupo de voces emergentes en la literatura salvadoreña. Pedro Romero contribuye asiduamente en revistas digitales como La Zebra, Distópica, Café irlandés, La piscucha, Literariedad y El escarabajo.
Pedro Romero Irula es un narrador breve que usa el cuento como vía para hablar del pasado desde el presente. Teólogo de formación, su proceso de escritura es pausado: guarda sus textos durante meses y los revisa en busca de fidelidad a las imágenes que lo inspiran. El confiesa como referentes literarios a sus connacionales Claudia Hernández y Ricardo Lindo, además de la cuentista estadounidense Flannery O’Connor, decisiva en su giro hacia la teología; y al chileno Roberto Bolaño, quien marcó su juventud.
Fuentes consultadas:
Romero Irula, Pedro. La llegada del mundo invisible. San Salvador: Índole Editorial, 2024. ISBN: 978-99983-64-33-2.
Palacios, Marcela (2025). La llegada del mundo invisible de Pedro Romero Irula. En: El Salvador.com (18 de agosto). Recuperado de: enlace.
Escudos, Jacinta (2025). La llegada del mundo invisible. En: Web de Jacinta Escudos (11 de agosto). Recuperado de: enlace.
Flores, Luis (2025). La llegada del mundo invisible», el primogénito de Pedro Romero Irula. En: El escarabajo (16 de agosto). Recuperado de: enlace.
Morales, Herberth (2024). Los dos bolos, de Pedro Irula. En: Chiapas Paralelo (22 de agosto). Recuperado de: enlace.
Presentación del libro: “La llegada del mundo invisible” de Pedro Irula (2025). En: Canal de youtube CRAI P. Florentino Idoate, UCA (29 de abril). Recuperado de: enlace.
Dalmasso, Simone (2016). La diáspora invisible. En: Plaza Pública (12 de octubre). Recuperado de: enlace.
Payeras, Javier (2026). La región más invisible. En: Narrativa y Ensayo (10 de noviembre). Recuperado de: enlace.
Cal, José (2016). La Centroamérica invisible. En: Plaza Pública (7 de marzo). Recuperado de: enlace.
Canales Castro, Ever Ruben (2023). Centroamérica invisible: presencias y ausencias de la región en los debates académicos latinoamericanos. En: UNILA (5 de noviembre). Recuperado de: enlace.
Galich, Franz (2024). Desde el centro de la periferia de la periferia: reflexiones de un subalterno letrado. En: Istmo (24 de febrero). Recuperado de: enlace.











