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Los cisnes negros
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Los cisnes negros

de Rolando Kattán

La historia contemporánea de Centroamérica ha estado marcada por los conflictos armados, el terrorismo de estado y la intervención militar estadounidense que impulsó una intensificación de la lucha revolucionaria por la implantación del socialismo en Centroamérica. Es imposible analizar el actual contexto sociopolítico, económico y cultural sin mirar este pasado reciente. Aún se sienten las consecuencias de la agresiva política exterior de Estados Unidos que supuso un incremento mayor de la guerra en la región centroamericana. Una prolongada y brutal confrontación armada, entre las fuerzas guerrilleras y la violencia desatada por los gobiernos regionales, convirtieron a Centroamérica en la región más volátil y convulsa del mundo en el marco de la Guerra fría. Durante las diferentes guerras civiles centroamericanas, se cometieron aberrantes violaciones a los derechos humanos, siendo el movimiento social el principal actor de denuncia y en demandar mejores condiciones de vida, libertad de acción y rechazo a la represión. Por ello fue el que más sufrió las acciones represoras del Estado, a través de asesinatos y desapariciones forzadas.

Resultado de todo esto es que la actual Centroamérica, y especialmente su triángulo norte, Guatemala, Honduras y El Salvador, cuenta con una sociedad con grandes patologías sociales, muchas de ellas derivadas de esa edad oscura marcada por los conflictos militares y cuyas consecuencias son dramáticas para la sociedad centroamericana que ha visto su tejido social hecho añicos.

Centroamérica juega en desventaja para afrontar los retos de este nuevo siglo. En pleno siglo XXI, la economía global se encuentra en un punto de inflexión caracterizado por volatilidad, tensiones geopolíticas y una reconfiguración sin precedentes del sistema comercial y de intercambio de productos y servicios. Y si bien es cierto que las estrategias impulsadas, cómo no, por Estados Unidos, para muchos analistas, en ese contexto ha abierto oportunidades para el istmo centroamericano, para la mayoría de los habitantes de la región solo representan nubes amenazantes ante un horizonte ya de por sí, marcado por continuas tormentas sociales.

El empeño puesto en convencernos de las bondades de la globalización y la estabilidad que supuso a finales del siglo XX ha sido reemplazada por un entorno de crisis e incertidumbre. Factores como la pandemia por el coronavirus COVID-19, la guerra en Ucrania, el conflicto palestino-israelí, la inflación sostenida y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China han provocado una ruptura en los modelos tradicionales de producción global y relaciones internacionales. Estados Unidos, el omnipresente socio estratégico centroamericano, ha intensificado una arriesgada política comercial proteccionista y una muy agresiva política migratoria que rige los principios básicos de la política exterior de Estados Unidos, que impacta especialmente en la población migrante centroamericana. Esta nueva administración de Estados Unidos ha generado un sentimiento de incertidumbre y ansiedad entre los líderes y ciudadanos de la región centroamericana. Hay una ausencia de claridad acerca de cuál será la manera de trabajar con los Estados Unidos en temas más allá a los relativos a seguridad. Y como referencia, la región se encuentra desubicada de cómo actuar.

Y para entender este contexto de incertidumbre, tal vez es necesario interiorizar los principios establecidos por el pensador, ensayista, investigador y financiero libanés naturalizado estadounidense, Nassim Nicholas Taleb, en su ensayo El cisne negro. Un cisne negro es un suceso improbable, sus consecuencias son importantes y todas las explicaciones que se puedan ofrecer a posteriori no tienen en cuenta el azar y sólo buscan encajar lo imprevisible en un modelo perfecto.

La referencia más antigua de la locución «cisne negro» proviene de la descripción de algo que hizo el poeta romano, de finales del siglo I y comienzos del siglo II, autor de dieciséis sátiras conocido como Décimo Junio Juvenal. Cuando la frase fue acuñada, se presumía que el cisne negro nunca existió. La importancia del símil radica en su analogía con la fragilidad de cualquier sistema de pensamiento. La frase de Juvenal era una expresión común en el Londres del siglo XVI como una declaración de imposibilidad, que deriva de la presunción del Viejo Mundo de que todos los cisnes deben ser blancos, porque todos los registros históricos de los cisnes informaron que tenían plumas blancas. En ese contexto, un cisne negro era imposible o por lo menos inexistente. Y no fue hasta 1697, que se descubrieron cisnes negros en Australia, por lo que el término se transformó para denotar que una imposibilidad percibida podría ser refutada más tarde.

La teoría del cisne negro de Nassim Nicholas Taleb plantea que los eventos inesperados e improbables, pero con consecuencias de gran impacto, son fundamentales para entender el mundo. En el contexto de Centroamérica, la aplicación de esta teoría podría ayudar a comprender la inestabilidad política, la corrupción y la migración masiva, eventos que, aunque no siempre predecibles, tienen un impacto significativo en la región. El cisne negro centroamericano estaría caracterizado por la inestabilidad política: cambios repentinos en el panorama político, como gobiernos derrocados o crisis institucionales; ejemplo de ello los regímenes de corte autoritario de El Salvador o Nicaragua o los intentos de ruptura democrática sucedidos en Guatemala o consumados como en Honduras. La corrupción, ya sea entendida como el desvío de fondos públicos o la influencia de grupos criminales, es otro factor que puede considerarse un cisne negro. De igual forma, la migración masiva: aunque esta puede tener causas predecibles, puede ser impulsada por eventos inesperados, como desastres naturales o crisis económicas.

Cualquiera de esos eventos, si no se logran entender sus causas y minimizar sus efectos, pueden tener consecuencias económicas y sociales devastadoras para la estabilidad de la región; una región ya de por sí caracterizada, en temas económicos, por la delicada situación fiscal de Costa Rica y El Salvador, debida en parte a la evolución de la deuda pública, en temas sociales, los altos niveles de pobreza y desigualdad de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua y en materia medioambiental, los descontrolados niveles de vulnerabilidad medioambiental de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Si bien es cierto que no hay una receta universal para compensar la incertidumbre global, los países del istmo tendrán que definir más que nunca sus programas de gobierno y desarrollo fomentando la certidumbre, orientados principalmente a neutralizar los altos niveles de desigualdad prevalentes en Centroamérica, que afectan negativamente la sostenibilidad del crecimiento económico, y siendo un obstáculo a la reducción de la pobreza; una pobreza abrazada por las consecuencias del cambio climático, que sabemos que irán en aumento.

La singular teoría de Nassim Nicholas Taleb convierte a los cisnes negros en seres extraños y paradójicos que concentran un punto de belleza singular, distinta, insoslayable, cuya genealogía amanece desde el centro mismo del verso. Y en el campo literario centroamericano, hay un autor que hace suya esta poética teoría. Un autor cuya obra nos ayuda a imaginar lo imposible para comprender nuestro contexto, nuestras vulnerabilidades y sobre todo nuestras potencialidades. Nos referimos al escritor hondureño, Rolando Kattan y su poemario Los cisnes negros.

Salvador Madrid, escritor y gestor cultural hondureño, considera que la metáfora de los cisnes negros describe a la perfección la condición del escritor Rolando Kattan, pues en Honduras la poca opinión crítica estaba cosificada y determinaba que los buenos poetas solo podían ser de izquierda. Para Salvador Madrid, Rolando Kattan nació estigmatizado a la vida literaria hondureña: su mayor pecado es pertenecer a un sector social acomodado, de origen árabe, lo que siempre causó incomodidad en un país que tolera en el mundo de la cultura a los acomodados criollos siempre y cuando se autodefinan de izquierda, pero que no perdona a los de ascendencia árabe por señalarlos como únicos responsables de algunas desgracias históricas en Honduras.

Las letras de Rolando Kattan son cercanas a las de otros poetas de su país, como Roberto Sosa, Rigoberto Paredes y Jaime Quesada. Rolando Kattan se ha convertido en una de las voces más representativas de la nueva poesía centroamericana y ejemplo de ello es el poemario Los cisnes negros: un poemario que transpira por sus poros, en forma de versos, una arrebatadora melancolía, un fuerte sentido de pertenencia y un infinito horizonte de aventura que tiende puentes a otras formas de poesía como lo son la escultura y la pintura.

En palabras del poeta español, Joan Margarit, prologuista de este poemario, comenta que Rolando es poeta siempre y en todo lugar, un poeta cuya palabra puede ser apasionada y, a veces, cruel, de tan dura, como en los versos del Poema las frondas de la vida.

El poeta declama:

Es mentira que todo nos transporte a la muerte.

Como muda la ciudad su suelo de tranvías,

emergen los revenos de esos fierros viejos.

En la avenida aledaña a la plaza Bolívar

subsisten solamente las vidas que perdimos.

Rolando Kattan abre el poemario con el texto Ovejas versus cisnes, concentrando sugerentes imágenes sobre la metafórica figura del cisne negro y haciendo de la ironía una estrategia de acercamiento a la sensibilidad del otro. El poeta no duda en convertir el avance del libro en genealogía y experiencia interior, en puente hacia la evocación y el devenir del tiempo.

Rolando escribe:

Hasta que descubrí los cisnes negros y en lugar de las nubes vi el inmenso lago del cielo y cada cisne con su hermoso cuello de pregunta infinita me abrazaba extendiendo las alas. Los cisnes negros son en el mundo al revés, las estrellas que las nubes contemplan cuando se pasean por los lagos. Para nosotros un cisne negro es un manso ángel que no interroga, ni responde: en silencio y junto a ellos, somos nosotros la pregunta y te dejan soñar con relojes de polvo, con el polvo que va quedando de tus días.

Fragmentos del yo se disipan entre líneas de una escritura introspectiva. El pasado regresa con una voz grave y cargada de lirismo, evocando escenas que ya parecen criaturas imaginarias: ausencias que el tiempo diluye lentamente en la memoria. Ese retorno se transforma en el impulso de la escritura, en una búsqueda de respuestas que, aunque tal vez inútil, sigue siendo inevitable.

Así lo declama en su poema Dress code:

Esconderse en las páginas de un libro,

detrás de la palabra, y memorizar el ojo

que se acomoda, se entrecierra y guiña.

Pedir prestado un sombrero de copa

y así burlar la muerte prematura.

Vestir la cola de un pavo real

y no mirar la bala que te sigue…

En la identidad verbal de Rolando Kattan dibujada en Los cisnes negros, la experiencia vital es una constante. Inicia líneas de pensamiento en las que la memoria adquiere una contundente configuración. Quien habla desde sí mismo ofrece poderosas imágenes; en la textura del sujeto interior está la contradicción, los cantos de despedida y esperanza, y están las huellas de un largo periplo personal, con un mudable contexto afectivo y con el desvelo de una incisión indagatoria, empeñada en la urgente búsqueda de lo imposible.

En el poema Camposanto, el poeta escribe:

Vamos, agua, apúrate y diluye sus partículas;

ojalá alcance a coronar las jaracandas,

revélame su rostro florecido.

El lado más melancólico de Rolando Kattan se enfatiza en los poemas familiares: como el de la abuela, que cortaba la toronja y se oían al hacerlo las voces de los que partieron, pero también se oía el silencio del fruto; o el de la madre que cultivaba los lirios en el jardín y que florecen aún; o el del padre que vuelve a la memoria visualmente en variadas esculturas de papel. En el poema Transmigraciones, Rolando escribe:

Florecen todavía los lirios en el patio

y en la flor ahora encuentro el ojo de mi madre.

Y en el poema Las voces de la fruta, Rolando declama:

No entendí las palabras de mi abuela.

Yo imaginaba escondido en los gajos

montañas, luces y caligrafía,

pero el ritual era de veras lo trascendente:

hay un silencio en la toronja,

brillante como palabra en el cielo.

El poeta Kattan afirma que su poesía es una invitación al lector para estar consigo mismo. De hecho, el mismo afirma que también es un lector de poesía, hablando consigo mismo frente al texto como si fuese un espejo. El poeta considera que la modernidad, la zona de confort, las tecnologías y sus redes, el mercado nos aleja de nuestro yo interior y cada vez tenemos más miedo de estar con nosotros mismos. Los cines negros es un poemario escrito con la conciencia de las propias contradicciones: entre las bellezas del arte y el estar consciente de que la muerte acecha, entre las imágenes de la naturaleza y la vida diaria en la ciudad, entre la noche que engaña y el horizonte que conoce el alba.

Rolando Katan demuestra un hondureñísimo afecto por su territorio de poeta. Nos recuerda en su poema El mar de Esquías, en un paisaje aferrado a las montañas azules:

Los hondureños fuimos peces.

Otro paisaje hondureño que aparece en sus poemas es el de la empinada boscosa de Gualcinse, en el departamento de Lempira, tal y como plantea en el poema La ermita de Gualcinse.

Rolando Kattan también tiende puentes a otras formas de hacer poesía: la pintura y la escultura son las artes que siente más próximas. En su poema Funambulista, Rolando escribe:

Florece dentro de mí otro esqueleto

como una escultura de Giacometti.

Una sombra en la cuerda de la vida.

Y en su poema, Galería contemporánea, rinde un intenso homenaje a la obra pausada del pintor estadounidense Edward Hopper. El poeta escribe:

Todos recuerdan

pensamientos desnudos

bien arreglados.

Hopper, definido por algunos críticos como el pintor de la melancolía, comentó que, si pudiera expresarlo con palabras, no habría razón para pintar. El gran arte es la expresión exterior de la vida interior del artista, y esta vida interior se traducirá en su visión personal del mundo. La pintura de Hopper es la luz que abraza la crisis de la vida moderna. Y Rolando Kattan logra plasmar, con palabras y versos, su propia visión del mundo; tal vez, el no necesita pintar pues sus versos son luces en el árido devenir de nuestras existencias.

Este poeta hondureño afirma que El cisne negro, al final, es lo imposible, y trata de ir acercándose desde diferentes aproximaciones a los imposibles, pero con un eje central que es hablar consigo mismo, con la posibilidad de encontrarse, adiestrar y amaestrar a sus fantasmas y a sus animales obligatorios. Entre esos imposibles que menciona Kattan está, por ejemplo, la idea del amor que, según su perspectiva, no deja de ser algo muy complejo, la comunicación con los muertos y los grandes misterios de la vida. Y a pesar de que todo eso se plantea como un imposible, su idea es mostrar, al mismo tiempo, la belleza de esas imperfecciones, de esas dificultades y de esa falta de respuestas.

Con Los cisnes negros, Rolando Kattan demuestra que es un poeta que vuela con los pies en la tierra:

No construyas castillos en el aire.

Piedras bajo el peso de mi zapato:

los cisnes negros viven en Australia.

escribe en su poema Los cisnes negros.

Y en la composición que clausura este poemario, Las Leyes de Mendel, Rolando recita, recordando a su madre:

Un naufragio es segurome decía carga contigo siempre el horizonte.

Nassim Nicholas Taleb, el pensador que dio forma a la teoría de los cisnes negros, planteaba que esta se debe a que los humanos nos empeñamos en investigar las cosas ya sabidas, olvidándonos de lo que desconocemos. Ello nos impide reconocer las oportunidades y nos hace demasiado vulnerables al impulso de simplificar, narrar y categorizar, olvidándonos de recompensar a quienes saben imaginar lo imposible.

Los versos del poeta Rolando son justo esa recompensa que necesitamos para no olvidarnos de lo que desconocemos. El poemario de Rolando Kattan logra, aun sintiéndonos vulnerables, que nos abramos a su poesía para abrazar nuestros propios cisnes negros. El nos recompensa con el bien más preciado que es el de la imaginación en forma de versos, porque el, mejor que nadie, sabe imaginar lo imposible.


Rolando Kattán escribió Los cisnes negros y Visor Libros la publicó en 2021 bajo su colección Visor de Poesía.

Rolando Kattan nació en 1979. Es un poeta, bibliófilo, editor y gestor cultural hondureño. Es miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. Algunos de los títulos publicados por este escritor que podemos mencionar son Exploración al hormiguero, Poemas de un relojero, Animal no identificado, El árbol de la piña, Acto textual, Luciérnaga de otoño y Un país en la fronda. Parte de su obra ha sido traducida al francés, árabe, japonés, italiano, portugués, chino, rumano, macedonio, griego e inglés.

Rolando es director de los sellos editoriales Mano Nostra, Cisne Negro y Leer es Fiesta, proyecto que distribuyó gratuitamente libros en Honduras. En 2011 recibió el Premio al Voluntariado Cultural por la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes de Honduras, la Embajada de España en Honduras, el Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Ha sido reconocido con el Premio Ohtli por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior. Rolando Kattan fue el ganador del XX Premio Casa de América de Poesía en 2020.


Fuentes consultadas:

  • Kattán, Rolando. Los cisnes negros. Madrid: Visor Libros, 2021. ISBN: 978-84-9895-428-9.

  • Madrid, Salvador (2021). El cisne negro de la poesía hondureña. En: El Heraldo (14 de abril). Recuperado de: enlace.

  • Campos, Marco Antonio (2021). Cisnes negros y madurez profana: poetas de Honduras y México. En: La Jornada laboral (11 de abril). Recuperado de: enlace.

  • Rolando Kattan, un viaje poético de Centroamérica a Centroeuropa (2022). En: Radio Prague International (2 de agosto). Recuperado de: enlace.

  • Jaúdenes de Salazar, Eduardo (2025). Los negros cisnes. En: Alianza Hispánica. Recuperado de: enlace.

  • Kattán, Rolando (2025). Los negros cisnes. En: Altazor, Revista electrónica de Literatura (época 1, año 5, mayo). Recuperado de: enlace

  • León Barga, Luis de (2021). Una conversación con Rolando Kattán sobre “Los cisnes negros”, XX Premio Casa de América de Poesía Americana. En: Alevosías (5 de abril). Recuperado de: enlace

  • Morante, José Luis (2021). Rolando Kattán: Los negros cisnes. En: Puentes de papel (21 de diciembre). Recuperado de: enlace

  • Rolando Kattan, ganador del XX Premio Casa de América de Poesía (2020). En: Casa América (30 de septiembre). Recuperado de: enlace

  • Poeta hondureño presentó libro Los cisnes negros en República Checa (2022). En: Prensa latina (2 de agosto). Recuperado de: enlace

  • Rolando Kattan: «Es mentira que la inteligencia artificial haga poesía» (2023). En: Swissinfo (19 de abril). Recuperado de: enlace

  • Rolando Kattan: La poesía es más de fiar que un chaleco antibalas (2021). En: Casa América. Recuperado de: enlace

  • Rolando Kattan y la poesía de Honduras congregan en Madrid a diplomáticos e intelectuales iberoamericanos (2023). En: Hondudiario (23 de abril). Recuperado de: enlace

  • Morante, José Luis (2025). Una lámpara de palabras. En: Entre líneas (19 de febrero). Recuperado de: enlace

  • Avignon, Carlos (2022). Análisis de “Los cisnes negros” de Rolando Kattan. En: Micrófono abierto HN, el Podcast, (episodio 9, 7 de septiembre). Recuperado de: enlace

  • Puerta, Ricardo (2025). La era de la incertidumbre: ¿Es Centroamérica la nueva frontera del desarrollo global? En: Proceso Digital (23 de abril). Recuperado de: enlace

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